El Patrimonio Intangible

Without values, you don’t have wealth, just money. EA Stuart

Año 1,899

Don E.A. Stuart ( Elbridge Amos Stuart) con $25,000 monta una granja que se convirte en The Carnation Company gracias al descubrimiento de la leche evaporada.

Año 1984

Los herederos venden la compañia a Nestlé por $3,000 millones en cash — el doble del valor cotizado en 1,982. En 2025 esto sería alrededor de 20 mil millones de dolares—el 20% del PIB de Guatemala.

Suena como la máxima realización del progreso y el mejor escenario posible en terminos de planificación patrimonial.

Pero la realidad fue otra. Esta herencia generó una crisis familiar. De primero: En diez años los herederos se dividieron todo el dinero en siete ramas familiares diferentes y cada una con resultados distintos. Segundo, perdieron la identidad; la familia ya no tuvo un punto focal, así que la historia y el legado empezó a desaparecer. Y tercero, toda la riqueza de la familia fue puesta en portafolios pasivos que no lograban obtener el mismo retorno que tenían con las acciones de Carnation de 1899 a 1985 del 13% compuesto anual.

Una de las ramas familiares (la de Stuart E. Lucas) se dio cuenta que tenía que convertirse en administrador, y no simplemente dueño. Si querian sobrevivir, tendrian que generar, al menos, el mismo retorno que tuvieron por 90 años. De lo contrario toda esa abunancia no pasaría a la siguiente generación.

Como dice Borja Duran, Wealth Manager español que ha visitado Guatemala varias veces, la gestión patrimonial tradicional centrada exclusivamente en las inversiones no funciona. Es necesario una visión global y ampliada del patrimonio familiar. El patrimonio intangible es mas importante y valioso que el puramente económico. O como aprendí de la economista Ruth Pakaluk: La vocación es mas importante que tu carrera.

De la familia Stuart, la rama de E. Lucas comenzó por basar el futuro de la riqueza en los valores familiares fundamentales. Incluso escribió un libro al respecto.

Hoy las familias lo estamos haciendo al revés. Pensamos que si generamos suficientes activos mientras nuestros hijos pasan de toddlers a adolescentes, entonces les podremos garantizar un buen porvenir. Es como el sueño americano. Pero es una teoría basada en una visión mediocre del progreso que, ademas, está comprobado que es falsa. Cerca de la mitad de los chicos de esta época viven en un hogar mono parental (Maria Calvo, 2021).

Report: State of the World’s fathers 2023

La paternidad biológica, dice Fabrice Hadjadj, tiene muy poco de humano. Es un accidente que compartimos con el resto de mamíferos. Lo que realmente requiere un esfuerzo de “músculo”, voluntad, es adoptar al hijo.

Especialmente en la parte temprana de su vida. Y es cuando más incoveniente resulta para uno de papá. En el más optimista de los casos, es cuando estamos más ocupados; estamos trabajando y tenemos menos espacio mental para adivinar lo que sus instintos todavía no llegan a las palabras. Por ejemplo cuando nació mi primogénito yo tenia tres trabajos. En las madrugadas confundía su llanto con reclamos de clientes.

Para cuando nuestro hijo cumpla 12 años, ya habrá pasado el 75% del tiempo de lo que estuvo con nosotros en toda su vida

Lo más trágico es que lo que uno no trabajó en la primera y segunda infancia como papá, tendrá que asumir (o acompañar) en las consecuencias en la adolecencia o en la adultez. Eduardo Halfon lo pone claramente en su libro Tarantula:

En el pantallazo abajo, tenemos a Paul O’Neal, beisbolista, jardinero derecho de los Yankees, apuntando en su libro “Me and my Dad” al reflexionar por qué su papa había elegido tener un negocio propio, pero con un nivel de vida modesto:

Mas que un “legado”, el patrimonio intangible se crea al renunciar al goce propio de corto plazo y poner la mirada en ese pequeño ignorante que no tiene quien lo adopte. Mas que darle mi apellido, es ayudarle a descubrir el significado la vida propia. Comienza por meterse en un lío. Hay que quitarle la cría a la madre (simbólicamente), una vez terminado el puerperio, y comienza así la aventura de darle una identidad — o descubrirla.

¿Hay que invertir en la profesión?

Si. Pero ¿para qué? Un varon sano no busca solamente pasarla bien. Su felicidad está en entregarse porque se le da la gana gozar del bien. Por lo tanto heredar capital intangible no significa evitar el trabajar. Se trata de entender para qué te estas sacrificando. Si como papá puedes hacer que tu ocupación y estatus profesional ofrezca un bien superior a una comunidad, eso es una experiencia trascendente. Sostener a tu familia materialmente es una empresa santa.

Está bien hacer negocios y trabajar mucho. Al fin de cuentas el hombre esta hecho para trabajar. Pero si no se prioriza el patrimonio intangible, en vano se hace el patrimonio económico.

Es bueno y necesario enseñarles a trabajar e invertir. A disponer sanamente de activos y servicios, sin amarres. A disponer sin poseer. Pero de primero se desarrolla la conciencia. Porque sin conciencia, dice Stenson, no hay fuerza interna y fácilmente ceden a cualquier tentación. En tal circunstancia los bienes materiales en vez de garantizar el porvenir, solo financiarían la ruina. En vez de ser una bendición se vuelven lo contrario.

La cultura judía tiene muy claro el tema del patrimonio intangible

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